Beatriz Areta: "Si te aferras al dolor, este te arrastra; si lo acompañas, encuentra nuevas rutas"

Beatriz Areta Cebrián, escritora pamplonesa, abre una ventana al alma con su libro Ahora que no estás, te puedo ver. En esta obra profundamente personal, compuesta por cartas escritas tras el fallecimiento de su madre, la autora nos invita a reflexionar sobre el poder transformador del duelo y la conexión que perdura más allá de la ausencia.

En la entrevista, Beatriz comparte cómo la escritura se convirtió en su refugio y brújula emocional, un espacio para reorganizar recuerdos y dar forma a un diálogo que trasciende las palabras. Además, nos revela cómo este proyecto íntimo ha encontrado eco en lectores que buscan consuelo y comprensión tras una pérdida.

Te invitamos a descubrir el proceso que llevó a Beatriz a convertir su dolor en una obra literaria que resuena con quienes desean reconciliarse con sus emociones y honrar sus vínculos más profundos. Una conversación que promete despertar curiosidad, emoción y nuevas perspectivas sobre la vida, la pérdida y la sanación.


 

El título de tu libro es muy evocador. ¿Qué significa para ti Ahora que no estás, te puedo ver y cómo surgió la idea de este proyecto literario?

Significa la culminación en mayúsculas, de una intención: la de recoger y sacar a la luz, el legado de esa mujer que me dio la vida: mi querida madre.
No pretendía ir más allá del entorno familiar, pero sí hacerlo bien. Contacté con Daniel Ramos Autó por recomendación de Francesc Miralles, agente literario que me ha acompañado con mucha delicadeza en este proceso. El me animó a considerarlo como un libro para un público más amplio. Acepté el reto de este viaje fascinante, que me ha traído hasta aquí, y no puedo estar más contenta y orgullosa del resultado.

 

El libro está compuesto por cartas dirigidas a tu madre. ¿Por qué elegiste este formato epistolar para expresar tus emociones y reflexiones?

Las cartas le daban un nivel de intimidad mayor, un sentido de conversación continua, en la que ella, sin responder, me invitaba a encontrar respuestas. También me parecía un proceso más consciente, no tanto un volcado de pensamientos y emociones.

 

Tu libro Ahora que no estás, te puedo ver se presenta como un diálogo con tu madre tras su partida. ¿Cómo puede este tipo de diálogo interno ayudar a sanar heridas emocionales y afrontar el duelo?

Yo lo siento como un diálogo entre su alma y la mía. Implica una conexión más allá de lo racional, generando un espacio silencioso de entendimiento profundo, donde he podido expresar sin juicio esas emociones que no sabía verbalizar. Y curiosamente, es ahí, en ese silencio donde he podido escucharla. Donde juntas, hemos ido poniendo cada cosa en su sitio.

 

La escritura tiene un papel central en tu proceso de sanación. ¿Qué recomiendas a quienes quieren utilizar la escritura como herramienta para procesar su dolor o reconciliarse con sus emociones?

Para mí ha sido un refugio. En él he podido crear una distancia emocional saludable entre yo misma y el dolor. Les sugiero que vayan a comprar un cuaderno bonito y un bolígrafo. En mi experiencia, la escritura como herramienta para procesar dolor y emociones, debe iniciarse a mano. Involucra una mayor conexión con el cuerpo, requiere más atención y presencia. Se genera un canal invisible entre el sentir y el papel, que ayuda a liberar las emociones. Es más lento, más clarividente. Pronto descubrirán que el corazón va dictando. Cuanto menos intervenga la mente, mejor. Ya llegará el momento de poner orden a todo lo que hayan volcado en el papel.



El libro aborda la importancia de mantener vivos los vínculos con quienes hemos perdido. ¿Cómo puede esto transformar la percepción de la pérdida y ofrecer consuelo?

En mi caso, este proceso me ha llevado a redefinir la muerte. Su ausencia se ha transformado en una energía vital que me acompaña; una guía interna que me conecta con ella de una manera profunda. He aprendido un nuevo código para comunicarme con ella ahora que no está ,a través de esa alacena que contiene su sabiduría, que me ayuda a reinterpretar su legado, no solo como recuerdos del pasado, dándome fuerza para navegar por el dolor y a encontrar momentos de belleza, incluso en medio de la tristeza.

 

Hablas de convertir el dolor en amor y gratitud. ¿Cuál fue el momento clave en tu proceso que te permitió dar ese paso?

Cuando en el camino, sus dolores y los míos se reconocieron. Lo reflejo en la Carta 6 “Los camino del alma herida”. Esa carta me costó mucho… Aprendí que “si te aferras al dolor, este te arrastra hacia un destino incierto que te destruye”, pero que, si le acompañas con paciencia y le dejas hacer su camino, encontrará nuevas rutas, donde hacer el proceso alquímico para convertirse en algo luminoso y lleno de significado.

 

El formato epistolar de tu obra invita al lector a reflexionar sobre sus propias relaciones. ¿Qué impacto esperas que estas cartas tengan en quienes están atravesando un duelo?

Confío en que, conforme avancen en la lectura, despojen su corazón y su mente de todo juicio, sin filtros previos. Es muy bonito escuchar a algunas lectoras y lectores, decir que lo están leyendo por segunda vez. Tras el primer impacto, desean encontrar el corazón de su madre, para conectarse con él, para acompasar sus latidos y juntos hilar o redefinir su propia historia. Espero que lo sientan como una herramienta de acompañamiento.

 

El silencio y la introspección aparecen como espacios fundamentales en tu camino. ¿Qué papel crees que juegan en la reconciliación con el dolor y en la construcción de nuevos significados tras una pérdida?

Yo he descubierto que el silencio es poderoso. Tal como he titulado la Carta 3, ”Callar es un idioma”. Sin silencio no hay introspección. Se unen de manera orgánica. Se entrelazan en el mismo ritmo. Una vez que el silencio abre la puerta, la introspección nos lleva a mirar más allá de la superficie. Nos guía a hacer preguntas y buscar respuestas dentro de nosotros mismos, a menudo revelando verdades o perspectivas nuevas sobre nuestro dolor y nuestras experiencias. Sobre todo esto profundizo en la Carta 11: “Los adentros son propiedad privada”.

 

El vínculo madre-hija es el eje emocional del libro. ¿Qué lecciones sobre los vínculos familiares consideras esenciales para sanar relaciones o cerrar ciclos pendientes?

Creo que comienza con el trabajo interno de uno mismo. Es un acto de autocompasión, amor y madurez. Implica mirar con honestidad nuestras emociones, aprender de las experiencias y decidir conscientemente cómo queremos relacionarnos con nuestra historia familiar. No siempre es posible reparar todas las relaciones, pero sí podemos encontrar paz al reconciliarnos con nosotros mismos y con el lugar que esas relaciones ocupan en nuestra vida.

 

La pérdida puede ser devastadora, pero en tu libro se presenta también como una oportunidad de crecimiento personal. ¿Qué mensaje darías a quienes están comenzando este camino hacia la sanación?

Que confíen, que honren cada paso por pequeño que parezca, que respeten sus propios tiempos. En la Carta 10, “el ritmo de la tristeza”, cito una frase de mi querido Francesc Miralles: “La tristeza es un retiro espiritual para prepararse de cara a la próxima alegría.” Yo he descubierto, que es un periodo que se puede aprovechar, no hay porqué dejar de caminar. Si fluimos con ella hacia adelante, en algún momento cederá y dará paso a la calma y la serenidad.

 

Tu obra está impregnada de una profunda conexión espiritual. ¿Cómo crees que la dimensión espiritual puede ayudar a las personas a transitar el duelo de manera más llevadera?

A mí personalmente, me ha ayudado a ubicar la pérdida en un contexto más amplio. También a liberar el apego y entender que su partida no limitaba mi propia identidad ni mi camino en la vida. Curiosamente, ha sido el parque, mi otro maestro, al que dedico una carta, quien creó el escenario para esa conexión espiritual profunda y me mostró verdades esenciales sobre la vida, la muerte, el cambio y nuestra interconexión con el mundo.

 

Si un lector llega a este libro buscando consuelo tras una pérdida, ¿qué crees que encontrará en sus páginas que pueda ayudarle en su proceso de sanación?

Cito un fragmento del prólogo:

“A ti, lectora, a ti, lector, que has tenido una madre presente, que estas cartas te inspiren a mirar hacia atrás con cariño y hacia adelante con esperanza.

A ti, lectora, a ti, lector, que tu camino ha sido marcado por la ausencia de tu madre o por la presencia intermitente de su amor, que estas cartas sean un faro de esperanza y consuelo, ante el vacío abrumador y las heridas difíciles de sanar.

A ti, madre, que te has enfrentado a desafíos y circunstancias que han dificultado tu presencia y tu entendimiento, recuerda que el amor materno trasciende las limitaciones del tiempo y del espacio. Que nunca es tarde, que siempre habrá un lugar. A través de este camino, te invito a reconstruir el vínculo perdido en el santuario de tu corazón. Que los recuerdos se conviertan en abrazos, y las emociones, en canciones de sanación. Que sea un viaje de autodescubrimiento y reconciliación, para que el perdón, la comprensión y la compasión abran puertas hacia tu paz interior.”

 

En el libro exploras cómo el acto de escribir permite reorganizar recuerdos y emociones. ¿Crees que la escritura puede ser una terapia universal para quienes enfrentan pérdidas importantes?

No tengo ninguna duda. Para mí, la escritura esta dictada por el sentimiento. Es fascinante ver cómo escribir te pone en el camino. Actúa como una brújula que nos guía hacia nuevas formas de ver el mundo y nuestro mundo. No solo sirve para plasmar pensamientos, sino que también nos ayuda a descubrir lo que aún no sabemos sobre nosotros mismos, a encontrar claridad en medio de la niebla emocional, o incluso a transformar el sufrimiento en algo profundamente significativo.


Beatriz Areta Cebrián

Desde su infancia, Beatriz Areta Cebrián ha estado fascinada por el poder de las palabras para explorar y comprender el mundo. Influenciada profundamente por su padre, un apasionado librero, Beatriz creció entre las estanterías de libros que llenaban la tienda familiar. Rodeada de historias, tertulias y un sinfín de conocimientos, encontró en este entorno un refugio seguro y una fuente constante de inspiración.

Su madre, siempre creativa, fomentó en ella el amor por la escritura, ofreciendo cuadernos y lápices con los que Beatriz podía jugar a las palabras, dibujar mundos, y liberar su imaginación. Estas herramientas simples se convirtieron en los primeros pinceles para pintar las expresiones más íntimas de su ser.

La escritura se transformó en la forma más sincera de expresión para Beatriz. A través de las palabras, ella encuentra claridad y sentido, especialmente cuando las emociones se vuelven abrumadoras. Para Beatriz, escribir es una necesidad vital, una manera de desnudar su alma y vestir sus pensamientos, alineando su corazón con el ritmo de sus palabras.

Escribir y leer son inseparables en la vida de esta escritora navarra; ambos son vehículos que le permiten explorar, compartir, procesar, sentir, soñar y conectarse con la vida. Su primer libro, “Ahora que no estás, te puedo ver”, es el fruto de esta intensa pasión. En él, Beatriz invita a los lectores a unirse a ella en un viaje íntimo de descubrimiento y expresión personal, ofreciendo una ventana a su mundo interior y sus expresiones emocionales más íntimas.

 

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